26 de agosto de 2018

CECATI 151: Mi vida después de 1 año en un curso de inglés


¡Hola, adolescentes!

Con esta entrada, inauguro oficialmente la etiqueta «opiniones». Un espacio en el que le dedicaré a los temas más cruciales que me haya tocado vivir en mi ya embarcada vida adulta. Y sí, promete ser un espacio íntimo para a aquellos adolescentes que necesiten conectarse emocionalmente conmigo (aunque no impide que adultos o niños lo hagan, por supuesto). El tema de hoy; mi vida en el CECATI 151.
 
21 de agosto de 2018

Me despierto creyendo que vuelvo a ser ese niño al que deben enviar al primer día de clases. Un niño con pelos en todas partes del cuerpo, aunque no difería de mucho, pues, ¿acaso un adulto no podía darse el lujo de volverse a poner a aquel uniforme que tanto odiaba? En cualquier caso, no había uniforme que llevar, porque no iba a aplastar el culo ocho horas diarias mientras anotabas la enorme lista de útiles que te encargaba la maestra y el abismal trabajo escolar que haría después llegando a casa. No, era un caso distinto.

Una hora antes de que comenzaran las clases, salí de casa. Listo para la acción. Mi madre salió conmigo ese día para encaminarme a medio camino ¿El motivo? Vivía en una ciudad en el cual no conocía del todo por completo, y tan solo requirió de un día para memorizarme el camino de vuelta. Era largo y peligroso en un principio. La ciudad no es que fuera la más bonita, pero sus calles eran peores que en la que nací yo. Existían caminos irregulares, calles sin pavimentar, subidas algo inclinadas, basura regada por varios tramos, coches viejos y oxidados... todo lo que uno se pueda imaginar de cualquier ciudad del tercer mundo. Y aunque la idea me pareció inquietante la primera semana, llegaría a acostumbrarme a los barrios que atravesaría día a día, pese a las irregularidades de su extremo tiempo climático e impredecible.

Llegué finalmente al instituto que me recibiría los próximos tres meses de aprendizaje continuo. Tenía los nervios a flor de pie. El tiempo tampoco es que ayudará mucho, pero la ayuda de una hermosa mujer del mostrador, sí que fue crucial a la hora de la verdad. La bondad que se ocultaba detrás del cristal que me separaba al de ella; me dio confianza, y fuerzas también.

Bajo las escaleras a mano izquierda, camino unos cuantos metros, vuelvo a bajar otras escaleras, pero veo que a lado de estas se haya el paso de discapacitados. Pienso bajar en ellas, pero al final opté por ser un ciudadano «ejemplar», y bajo el corto tramo de escalones que se haya en frente de mí. Doy un giro a la izquierda y me encuentro con un portón abierto. Me adentro, y observo el interior. Solo tres personas me esperaban a mí y al resto de los nuevos estudiantes. Me siento en el lado extremo izquierdo, marcando distancia con los que se hallaban ahí a dentro. Nadie creía que una de esas dos personas llegaríamos al final de nuestra aventura juntos como buenos amigos. Solo una del equipo original establecido. El resto... 

... el resto es tan solo parte de una enorme migaja de pan llamado historia. La pequeña historia que dio un giro inesperado en mi vida y mi forma de verlo con otros ojos. Y de colores, si es posible.

Pero solo uno de ellos lo marcó en mis huellas.

Hojas de un estudiante núm. 7, 
hallados detrás de una casa incendiada


Un comienzo que se ejecutó con un pequeño tropiezo

No te mentiré, pero te lo haré saber a partir desde este momento: solo tuve una clase la primera semana de clases, no sin antes tener tarea de lo que ya conocía. El resto se perdió en algo que estuvieran haciendo los maestros de la institución. 

El jueves, de esa misma semana, regresé, pero no para permanecer dentro de clases, no; sino para la famosa foto de la credencial escolar. La fila era enorme. Tanto, que se tornó aburrida. Lo desesperante fue tener que a aguantar a varios estudiantes de otras especialidades. Estos se comportaban como niños salvajes; gritando y moviéndose bruscamente entre los asientos. Lo más triste de esta parte, era que no había una figura paterna o materna que les zarandeará el cuerpo a cinturonazos. Tan solo una pobre mujer que permanecía en segundo plano en la mesa que tenía de en frente, al lado de un inverosímil camarógrafo que partía de su simple trabajo, y nada más. Agradecí para mis adentros que se largaran una vez que el flash se iluminó en sus gestos infantiles. Creo no olvidar ese mismo día varios suspiros detrás de mí.


Un horario al que no tuve que jactarme desde un principio

Si hay algo en el que son muy buenos las escuelas públicas encadenadas por la SEP, es que estrictamente no tiene que a apegarse al horario que venden a padres de familia e interesados. La angustia de que sí «llego a tarde a clases» no aplica a ciertas instituciones, y eso incluye para el l CECATI 151. Un college en el que clarifican muy bien la hora de inicio de clases y de la salida. Pero que a la hora de la verdad se quedan muy cortos. 

Tu horario bien podría comenzar a las 10 y punto y acabar a las 2 de la tarde, que es el horario que comúnmente se le conoce como horario matutino. El mío comenzaba a partir de las 11 en punto y acababa a las 1 de la tarde. Y un día me pregunté: «¿por qué me venden la idea de que saldré a las 2 p.m., si al final de cuentas saldré una hora antes?». Y, oh, sorpresa, esto aplica para otras especialidades. Pero esto no debería importar a primera vista, es decir, ¿es necesariamente estricto que una escuela se apegue a las normas de un horario? ¿Qué más da si uno sale una hora antes? ¿A quién le importaría una estupidez así? A mí no, porque al final de cuentas estaba en mí deber ir y cumplir. Situación que me muestro completamente orgulloso, porque nunca falté un día de clases. Es más, llamaría mi propio achievement (logro) de la siguiente manera: «El regidor sin faltas», por haber asistido a cada clase de inglés sin ninguna falta.

En un principio esto no importaba mucho, pero al paso de los meses fue mermando la posibilidad de sí entrar a clases tarde o no. A nadie le importaría. No afectaría nada, salvo perder una clase. Algunos llegaban temprano, otros no tanto. Como digo, era algo que dejó de importar hace mucho tiempo.

El evento de septiembre que salió únicamente bien

Parte requerida, y que no puede faltar en todas las escuelas, es la de los famosos eventos festivos. En México, se celebran varios, como el Día de la Independencia o el Día de Muertos. Curiosamente, el evento del día de fiestas patrias fue el único en el que me sentí dichoso. Nos sirvieron buena comida, la gente jugaba voleibol y, por supuesto, música referente al patriotismo mexicano. En general, fue un ambiente fructífero. 

Recuerdo y añoro es momento, porque fue el día en que conviví con la persona que me gustaba mucho. Me sorprendió con su outfit más casual y sensual. Fue la última vez que la vería con ese tipo de ropa. El uniforme sería a partir de ese día nuestro escudo de armas en representación del CECATI 151.


Crea fácilmente amistades y difícilmente podrás mantenerlas

Esto puede llegar a ser o no una bendición para a aquellas personas que son tímidas (no introvertidas). El entablar conversaciones y crear amistades con el resto del grupo, es fundamental para la supervivencia escolar, pues muy difícilmente podrás superarlas tú mismo. Debes crear, a partir de la persuasión y confianza, tu manada lo más rápido posible. Para que estos te puedan a auxiliarte cuando estés metido en un enredo, y eso incluye a pasarse la tarea, cubrir a alguien de un robo inocente (unas moneditas tiradas, un lápiz, etc.) o un beso con alguien de la clase, pasarse discretamente las respuestas en un examen y chismorreo.

Yo no tuve problema alguno con amistarme con el resto de mi grupo, pero es verdad que marcaba mi territorio con el de otros, sobre todo para quienes no les tenía confianza alguna. Fue tarea fácil ganarme la amistad del grupo, aunque personalmente preferí a ampliar mi círculo social de mujeres. Y eso hice. De una estaba completamente enamorado, pero por lazos del destino, todo acabó mal y, a partir de ello, una distancia que marco indiferencia no a partir de ese mismo momento, sino meses atrás. Cosecha que rápidamente se amargó y pudrió. El resto del grupo desapareció o dejó de asistir, ya sea por problemas personales, u otros tantos que quisieron guardarse.

Fue difícil mantener la cuerda de los pocos que quedábamos. Una de ellas, sin que yo lo supiera (o al menos hasta en un cierto tiempo), estaba impregnada de un color oscuro como el carbón. Sostenerla me costó indiferencia en ella, desprecio y repugnancia olor a fétido. Y aunque aseguraba no saber porque se «comportaba» así, me utilizó muy bien pidiéndome las tareas cuando faltaba, fingiendo agradecimiento. ¿Y hay personas que se preocupan de lo injusto y oscuro que puede llegar a ser el mundo? Ellas mismas no saben que una escuela puede llegar a ocultar a cientos de cuervos disfrazados de gorriones coloridos. Y no es hasta que el velo blanco caiga del cielo, cuando salen a divertirse.

 Así de crudo puede llegar a ser las amistades en una simple escuela.


La amabilidad de Doña Chely

Como es muy común en las escuelas, suele encontrarse la típica y nombrada «cooperativa», un espacio íntimo y repleto de estudiantes en el que suelen comprar y consumir pequeños bocadillos, incluidos los pequeños antojos que pueda requerir tu cuerpo. La persona que te atiende detrás de este pequeño comercio es Doña Chely, una mujer enérgica y afable que prepara comida y atiende a los comensales al mismo tiempo. Nunca está sola, suele recibir el apoyo de otras personas, y es bueno verlo así cuando recibe la visita de pequeñas colmenas de hambrientos estudiantes.

Los precios son razonables, pero quizás para alguien llegue a ser algo caro. No obstante, el trato y el servicio es de lo mejor que podrás encontrar aquí. Más si estudias una especialidad en los sabatinos, donde las mesas se llenan en un abrir y cerrar de ojos. 

¿Te gustan las tortas o tacos? ¿Un día caluroso y necesitas algo frío para refrescarte? Aquí podrás consumirlo sin mayor problema. Doña Chely estará feliz de atenderte.


La alergia de no querer invertir en equipos nuevos y en material de construcción

Seré muy en concreto en este apartado: el equipo de cómputo es anticuado. A simple deducción, podría a asegurar que el equipo data del año 2010. Es funcional, sí. Pero el problema llega a agrandarse cuando tienes a un grupo extenso y requieren de su propia máquina, y que varios de estos no cumplan con su funcionamiento. Algunas de ellas con los botones del mouse sin funcionar, el teclado averiado, que infectados por un virus, que no prende,que lo esto, que lo o... ¡Y bla, bla, bla!
 
Por otra parte, podías llegar a ver parte del suelo destruido, las paredes sin pintar, huecos entre el tejado. Y no fue hasta medianos de mayo cuando comenzaron a moverse, pero solo para pintar el exterior de algunos salones. El interior no importaba, como los sentimientos.

Insuficiencia en el personal de limpieza

Bueno, esto no es un secreto a voces. ¿Qué baño de una escuela pública y privada (porque las hay y tuve la experiencia en ello) reluce o se ve al menos como el baño de los cines? Ninguno. El CECATI 151 cuenta dos baños. Uno, afortunadamente, para las personas con alguna discapacidad para que no tengan que bajar por las rampas. Esto me aseguraba que el baño al menos estaría limpio, ¿no es así? Pues no, el baño tampoco es como le dieran el suficiente trato especial.

El baño general que usaba tampoco recibía el mismo trato. ¿Y el de mujeres? ¡Claramente no soy del género correspondiente para dar un veredicto a ello! Rollo y jabón líquido llegaba a faltar siempre, y cuando lo había, se acababa muy rápidamente.

El salón era el único que recibía su mantenimiento, pero no por completo. A veces podías ver colgando una telaraña debajo del escritorio, así como chicles pegados por debajo de los pupitres. La limpieza era de las más normal, pero nunca lo veía disfrutar en el rostro del personal. Lo único destacable de este asunto son los botes de basura que se encuentran desperdigadas en diferentes puntos de la escuela. Ninguno sin llenar, pero tampoco con mal olor.


Un festival que le dio la espalda a sus alumnos

Algo que sigo reclamando del CECATI 151, es su insistencia de promocionar al colegio de eventos de plaza que te meten hasta por las orejas. El último de ellos, sobre el Festival gastronómico: técnica, sabor y arte, fue un rotundo fracaso a escondidas por muchos de los estudiantes de la misma institución. El festival prometía ser el mejor de todos: alumnos de otras escuelas, cámaras grabando por todas partes, drones capturando desde los cielos el panorama, comida por todas partes... ¿Qué podía salir mal? Que la escuela le diera la espalda a sus estudiantes. Sí, tal cual como lo lees. Se les dio exclusividad a los famosos foráneos de otras instituciones e ignoraron a la nuestra, apartándolos de la enormes colas en las que se estaba sirviendo una diversidad de platillos.

En consecuencia, muchos de los congregados se retiraron enfadados a sus casas. Yo, en cambio, me quedé en clases, pero la emoción no me duró mucho al sopesar la posibilidad de que pudiera tocarme., aunque sea un platillo de la más corriente. La mayoría de los puestos se habían ido, y los pocos que quedaron, alzaban sus cosas para retirarse lentamente a sus casas, o a donde fueran. No olvidaré la respuesta de alguien del personal de la escuela diciéndome que me quedara, que se pondrá bueno después. «Como si lo único bueno hubiera llegado alguna vez», me digo para mis adentros con gran elocuencia.

Aula CAED y POETA, un espacio y oportunidad para las personas discapacitadas

En el CECATI 151 existe algo llamado Aula CAED (Centro de Atención para personas con Discapacidad), que consiste, vaya la redundancia, en el apoyo hacia las personas con capacidades diferentes. Es un lugar precioso (y bien tratado) en el que ves salir y entrar a cada momento a personas con el vigor de querer continuar estudiando. Por supuesto, estamos hablando de un bachillerato no escolarizado para personas con discapacidad.

En cambio, la Aula POETA (Programa de Oportunidades para el Empleo de la Tecnología de las Américas), va a dirigido también a personas con discapacidad, pero capacitándolos en el uso de las herramientas básicas de la informática.

Aquí puedes ver a los padres de familia acompañándolos, otros, con la suficiente autonomía de poder realizarlo por sí mismos. ¿Cómo lo sé? Lo veía cada día al estar sentado en el escalón de un pasillo; entraban y salían a jugar sin problema alguno. Entre un grupillo de jóvenes, había una chica muy guapa que llamó mi atención, pero algo me retenía a no dirigirle la palabra. ¿Miedo, quizás? Nunca lo supe, pero me alegraba al verla en el pasillo en esos días tan tristes y aburridos.

La clausura escolar, un relleno que nadie pidió

Ya sea para mantener el formalismo o porque les gusta realmente despedirse de sus alumnos a lo grande, la clausura escolar fue el último evento de gran «tamaño» que nadie pidió. Para empezar, te entregan una tarjeta de invitación envuelta en una bolsita de plástico de lo más formal. Es bueno ser parte de algo que ellos consideren tu «éxito», pero cuando la abres y le das vueltas, te encuentras que la clausura no será en la misma escuela, sino otro lado (y más gasto).

Por supuesto, yo fui partícipe de estar presente ese día. Y es emocionante ver como centenares de familias se reúnen para ver a sus hijos o amigos cercanos «graduarse». Pero no nos engañemos; no es una escuela formal en el que vayas a recibí un título universitario, cosa que ando viendo últimamente en escuelas secundarias, vistiendo a sus recién egresados con la famosa toga y birrete. ¿Por qué endulzarte al oído con algo que claramente no es necesario? Lo entendería por parte de los jóvenes que concluyeron su bachillerato no escolarizado, pero ¿para los que terminar un simple curso? ¿En serio?

Mi solución respecto a lo anterior: ir a la dirección, firmar unas cuantas hojas y, con la otra mano libre, entrega de tu diploma y/o constancia. Y fin. Así de simple.


Una gran maestra inculcando a sus hijos a ser los mejores

Este es el punto que seguro mucho de ustedes querían saber desde un principio. ¿Qué tan buenas son las clases? ¿Quién las imparte? ¿El personal es cualificado para el puesto? Déjame decirte que, todo lo mostrado que dicen de los instructores en la página del CECATI 151, es completamente real. Los maestros son los únicos que parecían defender su trabajo impartiéndolo de la manera más parcial posible.

Tuve la fortuna de tener una maestra compresiva y bondadosa, a la cual no puedo reprocharle nada. En un principio, me aterraba el tipo de maestra que podía llegar a ser. He tenido y he visto toda clase de maestros que pueden convertirse en tu peor enemigo. El destino me sonrío una vez más al traerme a una maestra de la más buena, aunque con su convencimiento de que dios es grande.

Nos hacía trabajaren binas o en equipos divididos de tres o cuatro. Exponíamos, dábamos nuestros puntos de vistas. Pasábamos de uno a uno al pizarrón a realizar los ejercicios. Hacer dinámicas era lo más entretenido, sobre todo los minijuegos picantes con hojas de colores que llegábamos a utilizar, era de lo más fabuloso. 

¿Y qué hay del uso de las computadoras? La mayoría de las veces la maestra nos ponía ejercicios a través de una serie de aplicaciones de Interchange, que se intercalaba con la versión web. Y con el uso del cañón, se apagaban las luces y pasábamos al frente a resolver los problemas de los ejercicios que se aparecían en el pizarrón por obra de magia.

En periodos de exámenes llegábamos a darnos ánimos, pero la tradición se perdió cuando el grupo comenzó a hacerse más pequeño.

La diferencia que hace mejor a una escuela a otra, es los buenos momentos que puedes crear a partir de ella, sobre todo en un curso de inglés, es la alegría y la tonalidad de colores que imparte el docente sus polluelos. En los casi 12 meses que trabajé y aprendí con mi maestra, aprendí a ser más abierto y cooperativo con el resto de mi grupo. Odiaba desde hace muchos años tener que trabajar con alguien más. Alguien con quien no estaba dispuesto a poner parte de su trabajo y esfuerzo, pero aquí todo fue muy diferente. Todos cooperaban, sin excepción. Aunque con sus ciertos defectos de cada uno (incluyéndome, por supuesto). Pero daba igual. Lo importante era la unión que nos mantenía juntos.


Conclusión final

Nadie espera que un sermón como el que acabo de escribir en esta entrada acabe por tomar o reprimir una elección. Tú tienes el poder de decidir en dónde y cuándo quieres ser parte de una asociación o institución. Ya sea que estés buscando matar el tiempo mientras esperas para entrar a la universidad o, porque simplemente te gusta a aprender algo nuevo todos los días, el CECATI 151 siempre será una buena opción para a aquellos adolescentes o adultos que estén dispuestos a formarse como profesionales para la vida profesional y, ¿por qué no? Para la superación personal.

Por supuesto, el CECATI 151, como todas las escuelas, deben mejorar en la calidad de la enseñanza y tomar el riesgo que conlleva consigo. Ser más abiertos, preocuparse por sus clientes (y no comencemos a engañarnos de nuevo, por favor), saludarlos, abordar problemas de otra índoles, involucrase en su formación. ¿Tan difícil puede llegar a ser? ¿O ignoro algo esencial a la hora de abordar estos temas tan sensibles? Como sea, hay mucho que mejorar. Y aquí mi veredicto final:


 CECATI 151, valoración de 3 de 5 estrellas

Espero que este pequeño relato, bajo mi experiencia de casi 365 días de estadía como alumno del CECATI 151, haya llegado ser de mucha utilidad para ti. Toma y recoge esta información como una historia de alguien que está dispuesto a compartir el conocimiento con otros. Gracias totales a cada de mis compañeros, amigos, maestros y a todos con los conviví a lo largo de esta aventura. Después de una tormenta que sacudió el barco en el que navegábamos los pocos que estábamos ahí adentro, y que finalmente llegó a puerto seguro.

Continuaré mi camino a pie aquí mismo, en el mismo puerto, partiendo hacía a otra ciudad.

¡Hasta la próxima, adolescentes!
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Comentario, duda, pregunta o crítica. Lo que quieras.